Una de las mejores rutas que he vivido con diferencia ha sido la de La Rioja Ezkaray.

Cuando Pirineos Punto Bike me ofreció hacer la ruta de carretera en Ezkaray, no me lo pensé dos veces. La zona me encanta y la propuesta con la bodega era irresistible. La diversidad de las etapas era lo que le daba calidad al viaje.
Tres etapas con encanto en cada una de ellas.
La primera discurría por pueblos pintorescos de la zona de lo que denominan la Riojilla Burgalesa.
Para empezar, saliendo desde Ezkaray, subimos al Alto de Pradilla, por una carretera secundaria y muy tranquila, para llegar en bajada hasta Belorado. Allí nos esperaba el primer avituallamiento. Casi ni habíamos gastado!!

Una de las caracteríticas de las rutas de Pirineos.Bike son los trabajados que están los recorridos. El detalle de meter zonas de esterrato las hacen de los más interesantes y divertidas, con un toque aventurero entre gravel y heroíca.

Es curioso como algunos nombres de la zona sonaban a Euskera. A los pies de la sierra de Cantabria se encontraban Cellorigo y Sajazarra, que nos trajo de cabeza unos días aprendernos los nombres.

El segundo avituallamiento estaba puesto en la parte más alta del primero de los pueblos. El balcón de la Rioja.
Aquí si que repusimos fuerzas, necesarias para afrontar el final de la etapa con un viento cruzado que, gracias a la practica de los abanicos, se nos hizo más llevadero.

La segunda etapa, en sábado, era la que nos hacía pasar por zonas de viñedos, como antesala de lo que nos esperaba al final. Una exquisita comida en bodegas Lecea. Una bodega familiar ubicada en cuevas haciendo alusión a su nombre.

La etapa discurría por serpenteantes carreteras, esta vez por la Rioja Alavesa, con un sube y baja que nos dejó las piernas calentitas. Y el estómago preparado.
Lo más pintoresco de esta etapa fue compartir el almuerzo en el mismo sitio en el que lo hacen los jornaleros que recogen la uva en plena vendimia.

Otros tramos de esterrato, más viñedos y singulares Bodegas nos llevaron hasta el destino.

Las Bodegas Lecea nos hicieron volver al pasado y vivir la vendimia como lo era antaño.

Como os podéis imaginar, después de la comida volvimos al hotel, pero en coche.
La etapa del domingo fue una aventura en si. Amenazaba lluvia, poro no tenemos por costumbre rendirnos sin intentar el asalto a la cumbre. El alto de La Demanda nos esperaba, eso si, cubierto con un manto negro.


En apenas 10 km empezó a llover y tuvimos que hacer una retirada masiva. Bajamos al hotel lo más rápido que pudimos, para seguir con el buen ambiente que nos había impregnado todo el fin de semana.
Y como no podía ser de otra forma, culminamos la jornada con las crónicas de Izaro y un buen avituallamiento.
Nos queda pendiente hacer cumbre en la sierra y como no, repetir la bodega, que para eso vamos a La Rioja.