MARRUECOS WOMEN TOUR 2018

BLOG BTT Crónicas Sin categoría

Viaje a Marruecos en BTT con un grupo de mujeres

Siempre había querido conocer Marruecos en bici. Mi último viaje allí lo hice de turismo total, coche y hoteles en ciudades. Pero quería volver para conocerlo en bici y las zonas más rurales.  Nunca pensé que me impactaría tanto. Hay imágenes que se nos quedarán en la retina para siempre.

Como ya tengo una edad, y me gusta viajar cómoda, buscaba una empresa que nos montara el viaje para disfrutarlo al máximo. Etapas cómodas, que no llegues a las mil, que te quede tiempo y ganas para conocer donde termina la ruta, no tener que cargar con equipaje, ni alforjas, y que casi no tengas ni que pensar, sólo dar pedales. Y sobre todo la seguridad de que si te pasa algo, tienes con quien contar.

Varias empresas me proponía el viaje con etapas de 70/100km, con 1500/2000 m de desnivel positivo. Pero para viajar en el plan que yo quería y con las chicas, me parecía mucho. Así que cuando conocí a Juan de Sport Bike Alicante, y le conté mi propuesta, nos entendimos perfectamente. Ellos hacen de soporte técnico en la Titan Desert, y están muy familiarizados con el terreno, el país, su gente y su cultura, además de ser unos grandes profesionales. Era un tamden de tres, Juan, Lola y Oscar.

Tras pasarme el planing  lo moví por mis contactos para que saliera grupo y allí que nos fuimos 8 chicas para conocer el país de la mejor forma posible, en bici y buena compañía. Vascas, navarras y gallegas. Una combinación muy divertida.

Empezamos empaquetando las bicis para llevarlas en el avión. Desmontar pedales, quitar ruedas, mover el manillar, y a la caja. Además usamos las propias cajas para llevar todo el material de la bici, de tal manera que podíamos llevar una maleta más en cabina con la ropa de calle.

Habíamos quedado en Fez. Vinieron a buscarnos y trasladarnos al primer albergue donde dormir, en Azrou, en el albergue de los Leones. Un lugar típicamente marroquí donde ya pudimos saborear la famosa sopa harira y el Tajín  esa misma noche, que nos acompañarían  durante todo el viaje. Nada de pasta y pollo como acostumbramos los ciclistas.

Antes de llegar el albergue, nos llevaron a ver un bosque de cedros, uno de ellos milenarios, y allí hicimos nuestros primeros amigos.

A eso de las 5 de la mañana me despertaron las sirenas para los rezos. Ya no había duda, no estaba soñando. El viaje había comenzado.

ETAPA 1. LA EMBOSCADA. Timahdite- Lago Sidi Ali, 36km, altura 2337. 715m desnivel +

Cuando viajas en bici sé por experiencia que el primer día suele ser duro, por el cambio de hora, el cansancio del viaje, y según van pasando los días, te vas sintiendo más fuerte.

Ese día no era una excepción y estábamos todas igual de pesadas.

Salimos de Timahdite hacia el lago Sidi Ali, en la región del anti atlas. Estábamos cerca de los los 1200 metros de altitud, hacía mucho calor, e íbamos tomando altura progresivamente. Enseguida nos dimos cuenta de que esa etapa iba a ser  muy dura, a pesar de ser tan sólo 36km en total. Mi pulsómetro estaba desbocado, iba a un ritmo super bajo y tenía 160 pulsaciones por minuto. Les comentaba a las del grupo que era normal que nos costara respirar. La parte más alta de la etapa llegamos a 2300m.

Fue una etapa trampa. Íbamos pasando casetas de piedra y adobe donde vivía alguna familia de pastores, nos seguían los cabritillos, vimos extensas llanuras con escasa vegetación, km y km sin ver apenas un árbol en la parte más alta, cuando de repente, cerca de un cañón, vimos un collado y había que cruzarlo. Al otro lado estaba el final de la etapa, el lago,  pero nos quedaba salvar una trepada de más de 1km de porteo con la bici.

Con el calor y la altura sumado al peso de la bici, puedo decir que fue un buen entrenamiento mental. Lo que no te mata te hace más fuerte. Lo de ver la nieve con el calor que hacía desconcertaba bastante.

Al llegar arriba se nos ocurre decir… lo qué daría por un bocata de jamón y una cerveza….

Pues al igual que si nos hubieran escuchado los dioses, tras el descenso y llegar al lago, allí estaban Oscar y Lola con nuestro más anhelado deseo. Cómo se saborea un bocata tras una etapa así. Nos lo tenían todo preparado. Menuda sorpresa!!!

 

Tras cargar las bicis, transfer a Midelt para descansar.

 

ETAPA 2. LOS NIÑOS DE LA CURVA.  Midelt- Circo de Jafar. Medio atlas. 34km altura, 2250m desnivel 800m+

Esta etapa comenzaba con sorpresa. Tras descargar las bicis empiezan a sacar peluches, chuches y bolígrafos para meterlos en las mochilas. No me había enterado de que íbamos a pasar por pequeños asentamientos bereberes, donde los chiquillos corren a buscarte para pedirte cosas.

La aproximación al circo fue bastante tranquila, a pesar del viento que hacía. Se veía las montañas nevadas frente a nosotras y hacía algo de fresco.

Cuando llegamos al circo, Oscar nos hizo asomarnos para verlo desde arriba. Fue impresionante. Recordaba al paisaje bardenero, pero bastante más abrupto.

Y la entrada a la garganta nos dejó mudas. Enormes paredes de piedra, un silencio absoluto y esa sensación de estar entrando en otro mundo… brutal.

Pero no estábamos solas, había algún listo intentando atravesar la garganta en 4×4 y se habían quedado atascados. Había que sortear zonas con rocas  bastante grandes caídas de arriba.

Algo más de 1km para salir de ahí y poder admirar otro paisaje inmenso. Nos encontrábamos en una zona totalmente rodeadas de grandes montañas, y como no, había que subir para salir de ahí.

En breve y como si de un documental se tratara, empezamos a ver niños corriendo hacía nosotras. ¿De dónde habían salido? Sus madres, cargando a otros niños en sus espaldas corrían tras ellos en nuestra dirección. Venían de un asentamiento cercano, sin luz, ni agua potable, con algo de ganado para sobrevivir. Nos habían oído y corrían a nuestro encuentro para pedirnos cosas. Se conoce que deben estar acostumbrados a que de vez en cuando, algún marciano pase por allí.

Se me llenaron los ojos de lágrimas. La sola idea de pensar que esa gente vivía allí con lo mínimo me pegó duro. Me quedé dolida un rato.

Esta vez la subida fue más llevadera, montadas en nuestras bicicletas íbamos admirando el paisaje según ganábamos altura. Nada por ningún sitio, sólo nosotras, y nuestra respiración.

Tras un cómodo descenso, llegamos al final de la ruta. Nos esperaba una buena ensalada de pasta para terminar la jornada. Conocimos a Brahim, amigo de Juan, que nos invitó a tomar un delicioso y calentito te marroquí junto a su familia. Entrar en una de esas casas te hacía sentirte especial. Lo poco que tienen y todo lo que te dan.

Pero ahí no acababan las sorpresas del día. Esa misma tarde, para dormir nos llevaron a uno de los poco albergues que hay por la zona, ya que  al ser ya alta montaña éstos escasean. Era una humilde casa con una familia súper hospitalaria con 4 hijas cada cual más cariñosa. La habitación tenía unas colchonetas en el suelo, con mantas,  la única calefacción que había era una estufa en una estancia contigua que daba calor al resto de habitaciones. Albergue Ouabass en Agoudim.

Gracias a los estiramientos que hicimos con Lola, nos dejaron de doler las piernas.

Cenamos comida casera y típica de la zona, hecha con mucho mimo por la mujer de la casa, y Oscar nos deleitó con unas canciones tuneras al venirse arriba con una guitarra. Fue una noche con encanto que jamás olvidaremos. Yo apenas pude dormir, fue entonces cuando descubrí que no había que beber tanto té por la tarde.

 

ETAPA 3. VADEANDO EL RÍO. Anfgour- Imichil. Lago Tisli.

Esta etapa nos guiaba Juan. Un hombre fuerte y decidido que proporciona una seguridad increíble. Si en algún momento llegué a sentir miedo en este viaje, fue en esta etapa. Pero la figura de Juan reconforta, y si él dice que se puede cruzar por ahí, pues te fías y pa´lante.

Era la etapa del río. Tras ponernos la crema de sol, hacemos un pequeño descenso por carretera, para en unos pocos km adentrarnos en unos senderos muy divertidos que poco a poco nos fueron acercando a un río. Tan pronto íbamos por senderos como que teníamos que bajar  a cruzarlo, primero con poca agua, y luego con más caudal. Fue una etapa de película del oeste. Sólo faltaba John Wayne silbando por ahí. Juan decía que ese era un camino transitado por burros, y, lo cierto es que costaba creerlo porque había zonas por las que justo podíamos pasar con la bici, pero… cuando lo vimos con nuestros propios ojos, no salíamos de nuestro asombro. ¿Cómo era posible? Burros cargados de sarmientos y sus respectivas amanozas!! Si no lo ves, no lo crees. Había zonas que ponían los pelos de punta pasar con la bici, de hecho nos desmontábamos para evitar caernos por la ladera.

 

En alguna zona tuvimos que hacer cadenas  para pasar las bicis, el caudal era fuerte, y la corriente podía arrastrarnos. Estábamos encajonados, como en un gran cañón y tardamos unas cuantas horas en salir del cauce.

El final de etapa de hacía esperar, allí en ninguna parte. Por suerte, el resto del equipo estaba esperando con un buen bocata de jamón. Mientras lo comíamos, secábamos nuestros pies mojados al sol.

 

El transfer terminaba en Imichil, pasando grandes puertos de montaña. Es increíble como Juan se sabe orientar por estas tierras sin gps ni por la carretera. Al llegar vimos el famoso lago Tisli.

Sorprende ver tanta agua en una zona tan desértica. Es como un oasis en la montaña.

 

ETAPA 4.  LA GRAN SORPRESA. EL PUERTO SOUNTETE- AGOUDAL- TAMTATTOUTHE 80KM ALTITUD 2700, 600M DE DESNIVEL+

 

En esta etapa nos guiaría Lola. Una etapa que por su longitud y desnivel, hicimos por carretera. Para no asustarnos tan sólo comentamos que había un puerto de 16 km, pero nadie dijo que al final de la jornada llegaríamos a los 80km. Una etapa que bien podría parecer a cualquiera de las del tour de Francia. Dejábamos atrás un paisaje de montaña fría y pelada,  para llegar   a la meseta y empezar a ver campos de cultivos y bonitos colores y formas  onduladas en las formaciones rocosas. Un paisaje mucho más cálido y acogedor.

En la parte más alta de la etapa, Juan y Oscar nos tenían preparada la sorpresa del viaje.

Comer jamón o beber vino en un país árabe puede parecer un lujo, al estar lejos de tu casa. Pero llegar a 2700 m de altura, en mitad de la etapa y tener una parrillada de verduras y costillas asadas, no tiene precio. Devoramos todo como si no hubiera un mañana, y es que entre la altura, el cansancio, y el frío todo entraba de maravilla. Fue un regalo que les dio todos los puntos a esta empresa para repetir con ellos  a cualquier parte del mundo.

Las vistas desde allí arriba te dejaban sin palabras. Sólo quedaba escuchar el viento susurrando en nuestros oídos, acariciando nuestras mejillas, despeinando nuestros cabellos. Y dejarse llevar.

Ehh!! Chicas!! Que toca bajar!! Eso si que fue una pasada!! Un largo descenso hacía los valles sembrados de cereal, pudiendo ver los pueblicos de la zona, mujeres lavando en el río, hombres tirados al sol pasando la tarde…

Y al llegar, un hotel de 4 estrellas nos esperaba con su piscina. Ni nos lo pensamos, de cabeza al agua!!. Un lujo de habitaciones, de noche con música regional y un poco de baile para soltar las piernas.  Fue una buena jornada de recuperación.

ETAPA 5. LA LLAMADA DEL DESIERTO. ERG- CHEBBI- MERZOUGA. 16KM NOCTURNOS

Cuando viajas con gente experimentada, te ahorras buenos sustos y palizas. Y esta era una de esas ocasiones. Juan había consultado el tiempo, y durante la aproximación al punto de salida, fue comprobando como se iba a levantar una tormenta de arena. Situación que era muy incómoda para pedalear como pudimos comprobar más tarde, sin ni siquiera montarnos en las bicis.

Así que ese día lo dedicamos a hacer un poco de turismo, a priori…

Fuimos pasando varios pueblos, ubicados en grandes palmerales. Pasamos por alguna garganta más, esta vez en coche, para ir acercándonos poco a poco al desierto. No deja de ser una  extensa llanura sin vegetación alguna y con zonas de arena y piedras.

Para comer, paramos en una haima cerca de unos antiguos pozos de agua. El señor que nos acogía,  un personaje con mirada enigmática y penetrante,  que bien podía haber salido del libro de Alí baba, nos guío por los pozos bajo tierra por donde llevaban antiguamente el agua hasta el desierto.  Hacía hasta fresco allí abajo.

Y ahora, al ver los dromedarios ya no quedada duda de lo cerca que estábamos en el desierto.

 

Nada más bajar del coche,  nos dimos cuenta de lo que significaban las palabras de Juan, hoy no se puede pedalear. El viento levantaba la arena y la hacía colarse por cualquier hueco posible entre nuestras ropas. Con los ojos en modo chinos, no tuvimos que proteger del viento con pañuelos y gafas.

Realizamos ahí mismo el almuerzo matinal. Como de costumbre, la familia nos obsequiaba con un té de bienvenida. Te sorprende tanta hospitalidad. Quizás porque Juan para  allí cada vez que viaja a Marruecos. Te hacen sentirte como en casa.

 

Una parada más en un mercado especializado en materiales y tejidos  de Marruecos, como alfombras, perfumes, gemas, metales y demás productos a la venta. Colores, materiales, olores… un sinfín de estímulos para todos los sentidos. Y degustación de té.

 

Sin duda lo que más me llamó la atención de aquel lugar eran las bicis de los empleados, y ya pasada la tormenta de arena, y el mono que yo tenía de hacer km, no pude resistirme a pedirle a uno de ellos su bici y darme unas vuelticas por el parquing mientras mis compis miraban toda  la cacharrería del interior.

Ya no quedada nada para llegar. Y mientras viajábamos en el coche, pudimos observar como a lo lejos se iban definiendo unas figuras en forma de montañas de arena. Eran las dunas, que se hacían más altas según nos íbamos acercando a ellas.

Ahí tuve la sensación de haber cruzado el umbral de la realidad. En mi anterior viaje a Marruecos,  ni nos habíamos acercado a esta zona del sur. Y tras ver el hotel que nos esperaba, me imaginé siendo la protagonista de uno de los cuentos de las mil y una noches.

Eran cerca de las 6 de la tarde y tras deliberar qué quería hacer el resto del grupo, mientras ellas decidían tomar un baño en la piscina del oasis hotelero, yo decidí montar mi bici y bordear las dunas junto a Oscar y Asier. Nos pilló la noche en una salida de poco más de 15 km que sin duda alguna fue la más espectacular de todo el viaje para mí. La caída de la noche, el silencio del desierto, la tenue  luz del atardecer,   con sol dibujando la silueta de las dunas, me dejó una imagen en las retinas difícil de olvidar.

Ya sólo quedaba una etapa y yo quería aprovechar el viaje al máximo.

Esa noche fue muy especial. Pudimos ver el anochecer en las dunas, escuchar el silencio del desierto, pisar la cálida arena con los pies desnudos  y al amanecer ver la salida del sol desde muy temprano antes de desayunar. Allí, todos juntos mirando al horizonte, esperando con expectación la salida del astro sol.

ETAPA 6.  RODANDO POR LA ARENA. DESDE ERG CHEBBI A ERFOUD. 34kmaltutud 815m, 80m de desnivel+.

Ya hemos comentado antes que esta empresa hace de soporte técnico en la Titan Desert, así que parte de las etapas, eran las que se han hecho en algunas ediciones. Lo cierto es que las etapas de las dunas son un auténtico tostón, ya que apenas se puede ciclar. Lo que si hicimos en esa etapa fue pasar por bancos de arena que se iba apareciendo en nuestra ruta. Eso trajo unas buenas risas gracias a las caídas que se iban dando. Hay que pasar con decisión y con mucha vuelta de pedal, para que no te quedes atascada sin tracción en las ruedas.

 

Según nos íbamos alejando de las grandes dunas, éstas nos dejaban la imagen inversa que vimos a  la ida.  Se iban haciendo cada vez más pequeñas y nos iban recordando que el viaje iba llegando a su fin. Ya lo dijo Sinda, nuestra compi gallega,  las despedidas duelen, y traen malos entendidos. Nadie quiere irse y estamos todos mudos, como enfadados, ausentes.

Me entristecía dejarlas atrás y apenas podía disfrutar del paisaje totalmente desértico que nos iba acompañando en éste última etapa. Nada por aquí, nada por allí, tan solo la figura de Juan guiando el grupo, y una vez más, ofreciendo esa seguridad que nuevamente  necesitaba.  El desierto acojona.

Unos pinchazos inesperados nos devolvieron  a la realidad. Estas montada en tu bici y tienes que salir de aquí cuanto antes, se acerca otra tormenta de arena.

La llegada al punto final me emocionó sacándome alguna lagrimilla. El viaje llegaba a su fin.

Allí  unos chicos nos esperaban para vendernos fósiles y figuritas. Les regalé mi bidón, el mismo que me había acompañado en todo éste viaje. A cambio, un manojo de fósiles para colgar del cuello. Un recuerdo de éste viaje por el Marruecos más rural que nunca antes había conocido.

Quedaba el viaje de vuelta, en coche, con una noche más en Midelt,  para seguir al día siguiente hasta Fez a tomar el avión a casa.

Un viaje que nos deja además de bonitas estampas unas buenas amistades, con las cuales sé que volveremos a coincidir dando pedales.

GRACIAS POR HACERNOS VIVIR ESTA EXPERIENCIA. HASTA LA PROXIMA!!

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas Relacionadas