Siempre he pensado que no hay edad para nada. Lo vemos a menudo en las noticias, como algo extraordinario, una octogenaria quiere subir el Aconcagua, un centenario corre los 100 metros lisos…
Llevo mucho años practicando deporte y una de las cosas que más me llamaba la atención cuando viaja a competir fuera de nuestras fronteras era la cantidad de gente mayor que veía aún en ese mundillo. En ciclismo, en los mundiales máster en Bélgica éste año había señoras de 70 años, en los triatlones en Francia y en Alemania también. En cambio aquí, no es muy habitual ver a mujeres de más de 60 haciendo deporte y participando en carreras populares.
De hecho pienso en mi madre que ronda los 65 y no me la imagino haciéndolo, creo que no sabe ni andar en bici, y mira que he insistido… Le tiene miedo. Sé que de joven se dedicó a correr croses, poco habitual en su época. Y eso llamaba la atención.
Por eso hoy os quiero hablar de Matilde.
La conocí en una charla que dí en Pamplona, sobre mujeres y bicis. Asistió como público. Yo comentaba cómo la bici había ayudado a muchas chicas del club a salir de malos momentos en su vida. Tres casos que me marcaron mucho y fue ahí donde me dí cuenta de la magnitud de éste proyecto. Somos más que un club, más que un grupo de amigas que andan en bici. Somos un grupo humano que nos ayudamos unas a otras.
Al terminar la charla y entrar en la rueda de preguntas, ella nos comentó que también había disfrutado de la bici. Nos decía que para ella era muy fácil saber cuando tenía que cambiar de desarrollos, que te lo pedían las piernas. La invité a hablar un poco más de sus experiencias y nos contó que salía junto a una amiga suya, pero que ésta falleció. Nos quedamos tristes, casi llorando… se emocionó…y me preguntó si yo creía que podía salir con nosotras. Claro que si!! le dije. No tengo la menor duda. Y no me equivoqué.
En un momento nos vimos haciéndole la ficha del club y ya formó parte de nuestras vidas.
Matilde llegará rodando a los 70, y es que no hay quien la pare. Ni siquiera la primera caída que tuvo el primer día que quiso venir con el grupo.
Acercándose al lugar de la quedada sufrió una caída y se rompió la muñeca, la mano tonta que dice ella. Pero eso no fue impedimento para que ella siguiera aportando al club toda la buena energía que desprende.
Acudía a cada quedada, sin bici, para sacar fotos, lo mismo se venía a un puerto y nos había preparado un avituallamiento, o nos cogía los chubasqueros. No se perdía nada.
Al poco de recuperarse de la mano, me dijo que quería mejorar su nado. Hacía tan sólo 4 años que había aprendido a nadar y tenía algo en mente. Empezamos con las clases y al poco me comentó que quería hacer un triatlón. Le dije que hay uno en Donosti ideal para iniciase y empezamos con la programación.
Al mismo tiempo, y ya recuperada de la mano, había empezado a salir con su bici de hace 20 años, claro, con poco desarrollo, manillar estrecho… Pero que se subía cualquier cuesta, su ritmo, pero subía.
Así que su siguiente inversión fue comprarse una bici. Tuvo que vérselas con el vendedor que insistía en venderle una eléctrica y ella, que no, que quería una bici para sudar. El cambió fue espectacular. Salió de la tienda con su bici nueva, con todos los complementos que pidió, incluido el timbre. Tiene una ruta que la llama la rutica Matilde y lo necesita para pedir paso a la gente que pasea junto al río.
Comenzamos en septiembre con los entrenamientos para el triatlón de la mujer en Donosti, y entre correr, nadar y andar en bici, se ha puesto muy muy fuerte. No hay quien la pare!
Zapatillas nuevas para correr, prueba de esfuerzo porque nunca se había hecho una, y con una ilusión que más quisiéramos algunas.
De las primeras rutas que hizo con su bici nueva fue ir de Leitza a Donosti- San Sebastian por la vía verde del plazaola. Os juro que pasaba miedo de verla correr tanto, ya que bajábamos a más de 40km/h. Había que verla disfrutar en cada charco. Al tener algo de amortiguación en su nueva bici, iba buscando los charcos para sentir cómo la sacaba. Gozó como una enana.
A veces nos reímos con ella, porque es muy salada. Nos aparece con una gafas de su época, vintage y le decimos, vas a la moda Matilde!!
Otro de los retos de Matilde a sus casi 70 años es remar en una piragua y subir al santuario de San Miguel de Aralar en su bici nueva.
Siempre le digo que no hay nada imposible si se entrena y se preparan la cosas, y en eso estamos. Ha colocado su bici vieja en el rodillo, y cuando no puede salir y le toca bici, se pone la tele y a entrenar!!
Desde luego que si seguimos así , cualquier cosa que se proponga lo conseguirá porque ilusión la tiene toda. Es el alma de Bizikume. Y sabe perfectamente que hay salidas a las que ella tanto por nivel como por técnica, no puede asistir pero eso no hace más que darle alas para seguir progresando y poder compartir junto con nosotras el mayor número de salidas. Es una más. Es Matilde.
Matilde eres una crack y un gran ejemplo para nosotras.
Te queremos. AUPA MATILDE Y AUPA BIZIKUME!!!!
Matiiii,
Cuando me compre una eléctrica, me uno a tu grupo.
Me dejarías ??
Es broma.
Para cuándo el triatlón ?
Besicos.
Matilde eres una campeona y lograrás todo lo que te propongas, no cambies nunca amiga