CAMPAMENTO BIKEPACKING SIERRA NEVADA

Crónicas Experiencias Sin categoría

El pasado mes de enero pude asistir a uno de los mejores eventos de mi vida.

Tuve la oportunidad de conocer a dos mujeres increíbles que cuentan con una gran experiencia en viajes de aventura y supervivencia. Lee Craigie y Jenny Graham

 

Hace unos años, realicé un viaje a Argentina, a correr un mundial de Green Cup, una carrera de montaña en formato duatlon. En aquella carrera, conocí a una gran aventurera, Durita Holms. Ella había dado la vuelta al mundo en velero con 18 años!!

Al pasar el tiempo, le habÍa perdido la pista y quise saber de ella. Vivía en Granada desde hace años y es parte The Adventur Sindicate. Un grupo de chicas que ayudan a otras mujeres a sacar su lados más salvaje y aventurero. Así fue como contacté con ellas. 

 Me encantó su filosofía y quise conocerlas un poco más a fondo. Así que no dudé en escriborles  y apuntarme a su campamento bikepacking en Sierra Nevada. 

Allí conocí a Lee Craigie. Ella es Escocesa, y fue ciclista profesional de montaña, tiene un gran palmarés y ha participado en las mejores carreras del mundo de gran fondo en formato de autosuficiencia, donde debes cargar con todo lo que necesitas para todos los días de carrera. Me pareció una mujer súper fuerte, que tansmite mucha confianza y sabe conectar con las chicas. 

Pero lo que más me gusta de ella, es su proyecto de bici terapia, donde ayuda a la gente con problemas a superarlos gracias a la bici.

Otra de las directoras del campamento era Jenny Graham, que en 2018 se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en bici en menos tiempo!! Es una mujer fantástica y muy muy cercana. Te cautiva con su sonrisa y te hace sentir muy segura. Te transmite mucha paz. 

¿¿Te lo puedes creer?? Ahí estaba yo con esas dos figuras del ciclismo y con muchas ganas de aprender de ellas.

Ni que decir tiene que todo era en inglés, y que pasé unas navidades de lo mas nerviosa. Ahora sé lo que sentís muchas cuando no os atrevéis a ir a una ruta o a algún otro evento de los que montamos por miedo a no dar la talla. Así me sentía yo.

Pero ellas se encargaron de hacer que todas las participantes del campamento tuvieran su oportunidad de disfrutarlo. Era pura democracia.

Empezamos en Monachil, justo donde vive mi amiga Durita. tuvimos un bonito reencuentro tras casi 10 años sin saber la una de la otra. 

En una casa alquilada empezamos los preparativos para el campamento.

Había tres grupos, las de monte, las de carretera, y las de gravel. Yo tenía mi nueva gravel digerge de Specialized y no podía resistir a dejarla en casa. Así que allí que la llevé. Tengo que decir, que los recorridos que hicimos eran demasiado duros para mi. En cambio, allí estaba Vanesa, una señora de 60 años, que me sacaba los ojos en cada subida. Alucinante.

Todas las noches hacían un breafing para explicar la etapa del día siguiente. La primera fue una toma de contacto para ver como andaba la gente, qué nivel teníamos y ver los grupos que se harían.

Allí había sitio para todas, había una chica jovencita, que tenía una leve cojera en la pierna, otra algo más mayor, con una discapacidad, tenía alguna parte del cuerpo paralizada. Y estaban las mayores, de más de 60, que más quisiera yo tener su ritmo a esa edad.

Ninguna con bici eléctrica.

El grupo en el que yo estaba, éramos las de gravel. The gravelers.

Las salidas desde Monachil eran para subir a la sierra cada día. Teníamos varios puertos al día y lo cierto es que los paisajes eran increíbles. Solo había estado una vez en Sierra Nevada, en mi primer campeonato de España de bici montaña, allá por el 1996. No ha llovido ni nada…

Aprovechaba las salidas para ir probando el material que íbamos a usar el día que dormiríamos en la calle.

Previamente nos habían enviado una lista con todo el material necesario y había tenido que recurrir a mi tío Jerónimo, el montañero para pedirle casi de todo. Camping gas, saco, vivac…

En casa, había probado las bolsas de Bikepacking para ir conociendo la capacidad que tenían, y había salido a rodar con algunas de las prendas que me harían falta en pleno enero en Sierra Nevada para una noche al raso. Era lo que más miedo tenía. Sobre todo cuando le oía a mi compi de entrenamiento de correr decirme que había gente que se moría mientras dormía, de frío y no se enteraba.

Además, mi poca comprensión del inglés me jugó malas pasadas, entre ellas, que el campamento consistía en dar la vuelta a la sierra del tirón, como estas chicas son de ultra distancia, ya pensaba que nos iban a meter la paliza del siglo.

Mas vale que no fue así… me hubiera muerto, ahí si.

En casa nos explicaron cómo colocar las bolsas, qué meter en cada una, y diferentes trucos que te dicen las que saben del tema. Era impresionante la soltura con que manejaban todas las situaciones.

Salimos todos los días a inspeccionar la sierra. Casi se puede decir que la circunvalamos.

Y llegó el gran día. Tocaba prepararlo todo para la etapa nocturna y dormir fuera.

No había que llevar tienda, salvo que realmente no te atrevieras. Yo no llevé, pero ya la eché en falta si. El saco vivac es bastante claustrofóbico!!

Hicimos la compra de los que íbamos a necesitar durante la ruta y al día siguiente y tras preparar las bicis, salimos en la noche. Mi mayor preocupación era quedarme sin batería en las luces, a pesar de llevar baterías auxiliares de repuesto. Por suerte no pasó.

La ruta fue muy sencilla, pero durante la subida no se oía a nadie. Se veía una bonita luna que algo nos alumbraba y podíamos ver las luces de las compañeras brillando en la oscuridad.

Al llegar a un raso, paramos y cada una se preparó su cobijo.

Hinchamos la esterilla, sacamos el saco, nos cambiamos de ropa, y tras echar unas risas y beber algo de whiskie, nos echamos a dormir. Hacía frío, a pesar de llevar todo de lana merina, creo que haría como unos 8/9 grados. Pero el hecho de estar todas allí reunidas, cada una con su bici, y su equipo de supervivencia, bajo la luna llena hizo que aquel momento se me grabara para siempre en la retina. Fué algo mágico.

Las horas pasaban y no era capáz de dormirme dentro de esa funda. Ya no por el frío, si no por la sensación de agobio y no aire para respirar. No pude evitar recordar las palabras de Edurne, la gente se muere y no se entera, así que creo que no me dormía por eso. Jeje.

Al final me dormí. Para cuando desperté, ya había amanecido y mis compañeras estaban ya preparando su desayuno con su hornillito. Otro de los momenticos del campamento.

Se habían levantado para ver el amanecer y ni me había enterado.

Ese fue día más bonito de todos. Tras la noche al raso, recogimos el campamento y seguimos la ruta.

Fue una experiencia que no voy a olvidar nunca, y que quiero seguir disfrutando.

Por eso, esta misma semana santa he montado mi propio campamento para que todas las chicas que deseen aprendan llevar su propio material en la bici sin la necesidad de llevar parrilla.

Las parrilas limitan las zonas donde nos podemos mover con las bicis de montaña y por eso éste sistema de bikepackin está teniendo tanto éxito.

 

Asi que te animo a que te apuntes al campamento bikepacking que he montado en las Sierras del Norte y aprendas a disfrutar de una aventura como esta. Del 9 al 13 de abril Vuelta Circular desde Pamplona, por Urbasa, y  Aralar. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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